viernes, julio 19, 2013

Ahí está: El analfabetismo funcional.

Las redes sociales son la vitrina de muchas cosas, entre ellas el nivel educativo de los usuarios. Las faltas de ortografía son ya cosa cotidiana, aunque sean garrafales.

Y no hablo de las personas que por una u otra razón escriben "Haber si puedo ir" o "Haz visto". Tampoco hablo de la expresión cultural (sin adjetivos) de intercambiar letras y números intercalados con mayúsculas y minúsculas con ¿intencionales? erratas y repeticiones de letras (Io No z3 sii eNtiiend3n lO ke diiiGo). Mucho menos de expresiones lúdicas, algunas de las cuales me hacen reír mucho, como el famoso ola ke ase. Hablo de los medios de comunicación que usan portales y cuentas de redes sociales para difundir su contenido. Y en esa canasta se pueden incluir políticos y empresas, pero no son motivo de esta reflexión.

Quizá debido a la premura por publicar primero, la sintaxis se ausenta cada vez más de sus notas y boletines, y debemos de sortear una lamentable jerigonza para poder conocer la noticia que quieren comunicar, o incluso, para entender un solo párrafo. La gramática en general es una víctima inocente que, como Prometeo, es masacrada a cada minuto sin poder morir. Esto quizá sería una anécdota del descuido de redactores, editores, reporteros y administradores de los portales o las cuentas en redes sociales, pero creo que va más allá.

Se ha dado a conocer que la SEP ha soltado las amarras de millones de libros de texto gratuito con centenares de faltas de ortografía (y quién sabe qué otras calamidades más llevan esas cajas de Pandora oficiales). Año con año, esos libros empeoran: imprecisiones históricas, cuestionables reivindicaciones y loas a personajes de la historia reciente del país, ejercicios incomprensibles por estar mal redactados, instrucciones que no se apegan al modelo expuesto. En fin, cada edición es un deplorable compendio de fallas y omisiones. Por otro lado, los planes de estudio tienden a querer parecerse cada vez más a los de otros países que han probado su ineficacia y limitaciones, cercenando materias como civismo y ética. Hace unos días leía una noticia en donde decían que se evalúa eliminar la enseñanza de las matemáticas en el nivel primario porque "los tiempos han cambiado". ¡Joder, y de qué manera! ¡Hasta los recién graduados de las universidades sufren para redactar un párrafo con mediana decencia!

 Cada vez es más evidente que nuestros "gobernantes" quieren cerrar la pinza de una economía maquiladora, de obreros baratos y mal preparados, con una educación deficiente. No se cansan de cantar las virtudes de una mano de obra más barata que en China: que atraerá inversiones extranjeras, que nos dará ventajas competitivas. Pero a final de cuentas se busca que la jodidez de muchos sea el detonante del despegue de unos cuantos. Niegan la realidad: los países que han logrado sobrellevar las recurrentes crisis económicas con cierto grado de éxito son aquellos que se han enfocado en crear empleos de alta tecnología, como aeronáutica, nanotecnología y computación, por sólo mencionar tres áreas.
 
Las redes sociales demuestran que están teniendo éxito en su política destructiva, y ahí están los últimos tres presidentes que hacen gala de su ignorancia y estulticia; ahí están los medios de comunicación para dar constancia de la degradación del lenguaje; ahí están los egresados de las prestigiadas universidades privadas, como la punta del iceberg, que batallan para comprender un texto; ahí está el analfabetismo funcional como política de gobierno. Ahí están.